Biografía del Río Atoyac-Balsas. Un Artículo Geográfico Naturalmente Soez
AUTOR: @THE_ GREAT_OUTDOORS_MEXICO
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Por superfluo que parezca, pronto te darás cuenta de que el verdadero tema de este artículo no es la caca en si misma, en adelante denominada “aquello”, sino el muy inesperado y maravilloso recorrido que sigue, lo cual encierra una gran ironía.
Todo empieza en el km. 0, en las faldas de los volcanes Iztaczíhuatl y Telapón en el Estado de Puebla, muy cerca de Río Frío, solo 2 kilómetros al norte de la Autopista-México Puebla, como un cristalino arroyo de lluvias. Para quienes no lo sepan, el volcán Telapón es el tercero de los que forman la cordillera del Popo y el Izta y es la montaña que se aprecia a la derecha de la autopista cuando se va de Puebla a México. Pero antes de que de que hayan pasado siquiera seis kilómetros, la corriente pierde su inocencia con los primeros “aquellos” de la población de Santa Cruz Otatla y adquiere su famoso nombre de Río Atoyac prosiguiendo su camino hacia San Martín Texmelucan donde continúa enriqueciéndose, si así lo podemos llamar, y se interna algunos kilómetros en el Estado de Tlaxcala, donde antes de regresar al Estado de Puebla entrando por el suroeste del Parque Industrial Finsa, o sea, por “la derecha de la Volkswagen”, recibe también las aguas aún inocentes del volcán Malitzin.
Así es como en el km. 63, armado de los torrentes del Iztaczíhuatl, El Telapón y La Malinche, pero aún no del Popocatépetl, se interna en la Ciudad de Puebla, donde casi no habrá colonia acomodada que se le escape, como verán mas adelante. Empieza por cruzar la autopista debajo de un modesto puente que casi nadie nota, continúa bordeando el Boulevard Estéban de Antuñano, donde comienza a recibir sus más altas agresiones por parte de “aquello”, no sin antes aromatizar al fraccionamiento Las Fuentes, a pesar de su alcurnia. Cruza debajo del puente colonial del Boulevard Forjadores (otrora carretera libre México-Puebla), cruza la Recta a Cholula entre Zavaleta y Estéban de Antuñano, cruza el Boulevard Atlixco, donde ahora perfuma al fraccionamiento Villa Magna, y también los inunda de vez en cuando, a 300 metros de WalMart Las Animas. Continúa su recorrido por detrás de la colonia Las Animas, con el mismo efecto para los distinguidos. Después de cruzar la Vía Atlixcáyotl justo en su inicio, recibe las Aguas del Río San Francisco, que corre entubado por el Boulevard 5 de Mayo. Así de fortalecido va más o menos paralelo a la Vía Atlixcáyotl atufando al fraccionamiento La Vista, cuál si su tarea fuese afectar a todo pirruris de las ciudad, más adelante hace lo mismo con los colonos de Bosques de Angelópolis y delimitando el extremo sur de la ciudad llega al lago de Valsequillo, que por lo tanto esta formado por la presa que contiene las aguas chocolatosas del Rio Atoyac, pero aún así se ve bien desde lejos, atisbando por último las casas de verano de otros más a las orillas del lago, pero solo durante un rato, pues en algún momento será liberado para proseguir su camino, que en términos prácticos, ni siquiera ha comenzado.
En el km. 117, por el otro lado del lago de Valsequillo, en su extremo oriente, ya en el municipio de Tecali famoso por sus piezas de mármol, el Rio Atoyac continúa su camino, bien cargado de “aquello” que ningún irresponsable gobierno se ha encargado de tratar, pero intentando recuperar su inocencia solo con la ayuda de la naturaleza, hacia los fértiles valles de Tepeaca y Tecamachalco donde pasa a formar parte de los vegetales y los animales que nos comemos, aunque no nos guste leerlo así, y continúa a lo largo de la Sierra de Tecamachalco. Por cierto, dicha sierra comienza justo en la cima de la autopista Puebla-Atlixco en la población de Chalchihuapan, en donde están las antenas de comunicaciones y la gente despega en parapente, y termina hasta Tehuacán, Puebla. El Rio Atoyac logra cruzar esta sierra a través de una cañada ubicada 20 km. al suroeste de Tecamachalco, denominada el Puente de Dios, después de donde poco a poco se interna en los interminables bosques secos y polvosos de la sierra Mixteca de Puebla. Dicha sierra va a dar hasta Oaxaca y sus principales capitales en la época prehispánica, fueron la mismísima Cholula, Puebla en un extremo y Montealbán, Oaxaca en el otro. Después de cientos de kilómetros de recorrido entre paisajes montañosos llenos de todo tipo plantas cactáceas cubiertas de espinas, cruza la carretera entre Izucar de Matamoros y Acatlán y mucho después la carretera entre Izucar de Matamoros y Tehuitzingo debajo del denominado Puente el Marques. Esta región que es atravesada por el río Atoyac se conoce como la tierra caliente y el Estado de Puebla la comparte con los Estados de Oaxaca, Guerrero e inclusive Michoacán.
Las regiones de la tierra caliente de estos estados, no solo comparten su paisaje y temperatura sino muchos aspectos sociales determinados por la inaccesibilidad del terreno. Son y han sido base de diversos grupos delincuenciales y subversivos, y por lo mismo también han sido refugio de independentistas y revolucionarios por igual, que después de todo, también empezaron considerándose delincuentes. Para darnos más idea, a unos kilómetros del Río Atoyac, en Ixcamilpa de Guerrero perteneciente al Estado de Puebla pero en la frontera con Guerrero, se acuarteló Vicente Guerrero durante la Independencia; Emiliano Zapata reclutó gente de esta zona en la Revolución y cerca de aquí también nació el movimiento Antorcha Campesina del México Moderno. Quien quiera que haya visitado esta región sabrá que aquí se respira aire caliente, polvo, miseria e injusticia. A mi me tocó sorprender a los niños hablando inglés en el kiosco de un zócalo y descubrir pueblos recónditos que tienen páginas de Internet asociadas con sus comunidades en Houston, Texas, u otras ciudades de Estados Unidos.
En el km. 307, para cuando termina su travesía dentro del estado de Puebla, el río Atoyac ha descendido desde los 3,000 m. hasta los 700 m. sobre el nivel del mar, se ha abierto paso entre miles de meandros, cerros y montañas, y ha recorrido mucho más de la distancia que existe desde Puebla hasta el Golfo de México, pero curiosamente este río no se dirige al Golfo de México, lo cual parecería lo más lógico en términos de distancias, sino al otro lado, hacia al Oceano Pacífico. Increíblemente, es hasta este punto, en el límite con el Estado de Guerrero, cuando al fin recibe las aguas del volcán Popocatépetl a través del río Nexapa, el cual se originó cerca del mismo punto en donde se originó el Río Atoyac pero del lado de Atlixco y llevó un recorrido menos accidentado. El Río Atoyac delimita la frontera con Guerrero durante menos de 10 km. hasta que recibe las aguas del río Tlapenco, que proviene de algún lugar de Oaxaca y es a partir de este punto que se convierte en el famoso Río Balsas y “aquello” se interna en el Estado de Guerrero, aun rodeado de vegetación predominantemente de clima seco. Cabe mencionar que el citado río Tlapenco se origina a 5 km. del origen del Río Salado, que se convierte en el Río Papaloapan y desemboca al Golfo de México, lo cual significa que existe un conmensurable punto en estos 5 kilómetros de la Sierra de Oaxaca, en donde las aguas de un lado corren hacia el Golfo, mientras que las del otro corren hacia el Pacífico.
Dentro de Guerrero, el ahora Río Balsas pasa junto a diversas poblaciones como Papalutla, donde hay balnearios locales, o Tlacozotitlán donde está el santuario del Murciélago que es una cueva en donde se pueden ver volar miles de murciélagos al caer la tarde, así como algunas otras pocas muy pequeñas y aisladas poblaciones hasta llegar al km. 383 en donde cruza debajo de la conocida Autopista del Sol que corre entre la Ciudad de México y Acapulco. Los mismos poblanos cuando viajan a Acapulco, pueden continuar viendo “aquello” mismo desde el mirador del altísimo Puente Solidaridad, por si lo extrañaban. A partir de este punto, el río ya no va tan solo, pues pasa junto a diversas poblaciones hasta llegar al lago de la presa del Caracol en el Km. 437, que es como un Valsequillo gigante, pues de extremo a extremo mide mas de 25 km. y tiene una planta hidroeléctrica de la C.F.E. Aquí la vegetación si bien no es tropical, ya no es tan seca.
Casi cien kilómetros más adelante, en el km. 523 a la altura de la de la población de San Miguel Totolapan, Guerrero, pareciera que el río al fin ha recuperado en sus aguas cristalinas la inocencia que perdió en Puebla, pero recuerden “aquello” de que la materia no se destruye. Las últimas poblaciones del Estado de Guerrero que el río conoce, son Tlapehuala y Ciudad Altamirano en el km. 723, casi juntas una de la otra. A partir de este punto el río nuevamente se contamina. Desde el límite con Puebla hasta el límite con Michoacán, el río prácticamente no ha cambiado de latitud, lo cual significa que después de tantas vueltas solo viajó hacia el oeste, aunque exista la idea de que estaba viajando hacia el sur.
Durante el resto del recorrido, el Río Balsas delimitará la frontera entre Guerrero y Michoacán y se volverá más solitario que nunca y con un caudal enorme, alcanzando en algunas partes casi 500 metros de ancho, mucho más que en sus modestos orígenes en el Iztaczíhuatl en donde ni siquiera aspiraba a rebasar los 500 centímetros. Es en esta región, y esto es de mi cosecha, que “aquello” pasa a formar parte de la mariguana que se fuman los gringos. Así es como en el km. 723, el río alcanza el lago de la Presa del Infiernillo, su tercera presa y su más grande lago con más 30 km. de extremo a extremo. Solo traten de inferir la temperatura de este lugar a partir de su nombre. Aquí el río ya está a 200 metros sobre el nivel del mar y al fin se dirige al sur con su caudal reducido por la presa anterior hasta llegar a al lago de la Presa de la Villita en el km. 823, su cuarta presa, que apenas rivaliza en tamaño e importancia con la primera presa que el río conoció, la de Valsequillo. Aquí el río ya puede al fin ver palmeras.
Pocos kilómetros después, en el km. 850, en la sucia ciudad y puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, en donde recibe su pilón de “aquello”, el río finalmente desemboca al Oceano Pacífico, al otro extremo de la misma, lean bien “la misma”, incipiente bahía de Ixtapa, Zihuatanejo, de 60 kilómetros de diámetro, en donde los poblanos que creyeron que si bien tendrían que oler el río toda su vida, nunca lo tocarían, ahora de hecho se bañan en su aguas mientras vacacionan en Ixtapa.
Así es como después de 850 kilómetros, 3,000 mil metros de altura y 40 grados centígrados, desde pinos hasta palmeras pasando por cactus, con contribuciones de 5 estados, sin pagar aviones ni autopistas, el río alcanzó su destino que en cierta forma es a la vez esperado e inesperado, recorriendo un camino repleto de altas y bajas, bellezas y fealdades, encuentros y desencuentros, a veces solo, a veces acompañado, en resumen lleno de vueltas, con un inicio y un final difícil, pero con muchas buenas cosas en medio, como la vida misma, 850 kilómetros, que son como 85 años. Pero ¿en dónde termina aquello?, justo donde empezó, a ver si nos dan ganas de continuar el ciclo.